En artículos anteriores hemos hablado de grandes errores que se terminan convirtiendo en grandes inventos,  de técnicas creativas que nos pueden ayudar a crear productos y servicios nuevos, pero el gran debate sigue abierto:

¿Cuánto vale una idea? ¿Cómo se puede cuantificar?

 

Creativos de todos los ámbitos y clientes siempre se encuentran con la misma disputa y es que es terriblemente difícil valorar un intangible que dependerá de mil factores: de si resuelve o no una necesidad,  de cómo se ponga en práctica, de cuánto cuesta ponerla en marcha haciendo que sea rentable, de cómo, cuándo y a quién se le da a conocer, de cómo es el mercado en el que se quiere desarrollar, etc.

El problema viene de que, en muchas ocasiones, hay que apostar por una idea sin saber el resultado final que tendrá y, a priori, depende de los ojos que lo miren que una idea valga mucho, bastante, poco o nada.

 

Un ejemplo, es el famoso programa Operación Triunfo ideado por la productora Gestmusic. En su momento, la productora dedicó su tiempo y esfuerzo en la creación de la idea del programa, y durante dos años se dedicaron a presentar su idea por diversos canales de televisión. Telecinco y Antena 3 rechazaron la propuesta de Gestmusic. Parecía que la idea no valía nada, puesto que nadie estaba dispuesto a comprarla. Hasta que finalmente, TVE decidió comprarla y aprovecharla para encontrar al representante de España para Eurovisión.

Apenas unas semanas después de su puesta en marcha, el programa ya era todo un éxito nacional, con récords de rating y de participación.

Tal fue su éxito que el formato del programa se vendió a más de 20 países y se llegó a hacer una película.

Parece que esa idea, que durante dos años no valió nada en realidad valía muchísimo, aunque no todos fueron capaces de darse cuenta de su valor ni de cómo se podría explotar esa idea para ponerla en práctica exitosamente.

El ejemplo más bizarro, a mi parecer lo encontramos en “The Rock Pet”: una empresa que se dedica a vender piedras-mascota. Si, si. Has leído bien. ¡Piedras-mascota! Aparentemente una idea de lo más estúpida, pero su creador, Gary Dahl se convirtió en millonario gracias a su “estúpida” idea.

 

pet

 

Y te preguntarás, ¿cómo alguien ha podido hacerse millonario vendiendo piedras como si fueran mascotas? Porque por más tonta que pareciera la idea, cumplía una necesidad (tener una mascota que no moleste) y estaba bien desarrollada: venía con caja-jaula, libro de instrucciones de cómo cuidar a la mascota, etc. Pese a que esa idea en principio no valía nada, su creador supo encontrar un nicho de mercado, con una necesidad muy específica, creó un producto diseñado para ellos y supo trasmitirles las bondades de su idea.

Otro ejemplo es el Chupa Chup: un producto que sale de la idea a priori bastante básica de añadirle un palo a un caramelo. Aparentemente, es algo sencillo de pensar y casi obvio para muchos. Algo que hasta un niño lo podría haber pensado. Pero una idea tan básica como esta, ha sido capaz de crear un imperio: La empresa que empezó vendiendo caramelos con palo, ahora vende cascos de motos, bolígrafos, edredones y fundas nórdicas, etc. y todo con el emblema y el colorido de los envoltorios y la marca Chuca Chups.

 

giphy

Entonces, después de ver estos ejemplos ¿cómo definimos cuanto vale una idea? ¿cómo sabemos si nuestra idea es la del millón de euros? ¿Y si la mal vendemos o mal compramos? ¿Qué debemos contabilizar? ¿Lo elaborada que puede haber sido la idea o el rendimiento final?

Personalmente creo que todas las ideas son válidas y potencialmente, todas las ideas pueden ser “la idea del millón de euros”. Eso si, han de estar bien pensadas, ejecutadas y sobretodo, deben satisfacer una necesidad de un grupo específico de personas. Para ello, es muy importante, además de invertir tiempo y esfuerzos en concebir la idea, hay que invertir también en estudios de mercado para conocer al público potencial y a sus necesidades. Hay que invertir en marketing y crear un mix adecuado para explotar al máximo esa idea. Hay que invertir en investigación y desarrollo para conocer todas las variables que puedes salir al implementar físicamente esa idea. También es básico invertir diseño, imagen y comunicación para que esa idea, una vez esté desarrollada, sea conocida y a la vez atractiva para el público, etc. y la combinación de todos estos factores será la que haga que esa idea que en principio no vale nada, termine siendo la “idea del millón de euros”.

Al final, a todos los que nos dedicamos a comprar y vender ideas desde 0, es decir, desde que todavía no valen nada pero se pueden llegar a convertir en la super idea del millón de euros, se nos complica ponerle un precio de salida y siempre te arriesgas a pasarte o a no llegar al precio real que tendrá aquella idea. Pero, en general, termina habiendo 3 ecuaciones básicas para ponerle precio a una idea recién nacida:

 

 

Ecuaciones básicas

 

  • La ecuación precio/neurona/hora, es decir, cuántas neuronas y horas has invertido en crear y desarrollar esa idea. Esta opción es la más justa para el creador, pero a veces, de esa ecuación saldrían precios desorbitados, por lo que es un buen referente, pero no siempre se debe aplicar.
  • La ecuación valor/neurona/mercado, que se basa principalmente en lo que están cobrando los competidores por desarrollar ideas. Ésta opción sirve de orientación, pero poco nos puede servir si creemos que nuestras neuronas son más eficientes y eficaces que las de la competencia o si no conocemos al dedillo los precios de todos los competidores. Mi recomendación, usar esta idea solo de guía para posicionarte.
  • La ecuación neurona/expectativas, o dicho de otro modo, cuánto está dispuesto a pagar el cliente por una idea como la que tu le estás vendiendo. En esta ecuación entra también la ecuación valor/neurona/mercado, ya que el cliente, pedirá presupuestos a la competencia y siempre buscará una buena relación de lo que él condisera calidad-precio. Lo importante  en esta ecuación, es que el cliente sepa ver el diferencial que le ofrece tu idea o tu capacidad para desarrollarla.

 

El truco no pasa por malvender o sobrevender una idea sino en el equilibrio entre las 3 ecuaciones y en que, una vez se venda o se compre la idea, tanto el vendedor como el comprador ponga todo de su parte para que se desarrolle y se implemente lo más exitosamente posible, porque toda idea convertirse en la “idea del millón de euros”.

¿Y tu? ¿Cuánto crees que vale una idea?

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